Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. (Salmos 37:8)
La ira es un de los peores sentimientos que puede experimentar el ser humano. Ella aprisiona, consume y casi todas las veces nos invita a pensar en el castigo o la venganza de aquello que nos produjo esa ira.
Por ello, asumamos la responsabilidad de controlar nuestro enojo y desazón encontrando una manera de lidiar con ello luego de buscar a Dios en oración. En lugar de mantener toda la frustración dentro de nosotros pídele al Señor que te ayude a ser libre. Procesa lo ocurrido, perdona y sigue adelante. Todo ello aliviará la presión.
Señor, no quiero experimentar todos los sentimientos negativos y consecuencias que sufro luego de un enojo. No quiero ser esclavo de rencores porque se que no son agradables para Ti. Por ello Padre calma mi corazón, ante una situación fuera de mi control, que me robe la paz. Se que con tu mano reparadora todo volverá a su justo lugar.
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