Si tu ley no hubiese sido mi delicia, Ya en mi aflicción hubiera perecido. Nunca jamás me olvidaré de tus mandamientos, Porque con ellos me has vivificado. (Salmos 119:92-93)
Señor, dame la confianza para entender que viviendo por Tu palabra y sujeto a Tu voluntad no tengo razón por la que estar agobiado o desesperado. Que no olvide que en Tu poder estoy por encima de cualquier angustia y que andando en Tus caminos podré tener una vida renovada y en total paz. Guarda mi corazón y mi alma, Padre. En tus manos estaré siempre bien.
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