Palabra:
Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación. (Efesios 4:4)
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Los creyentes tenemos dos responsabilidades. La primera es adorar a Dios; y la segunda, trabajar en pro de su reino. Dónde servir y cómo hacerlo dependerá de nuestros talentos, capacidades, y llamado especial. Pero el lugar donde se espera que todos demos de nosotros mismos es la iglesia local.
Cuando usted fue salvo, el Señor le bautizó con el Espíritu Santo y le hizo miembro de su iglesia —el cuerpo de creyentes que viven en todo el mundo, pero que están unidos por la fe en Jesucristo. Usted entonces decidió, de acuerdo con la voluntad de Dios, ser parte de un grupo local y autónomo de creyentes. Él le puso allí porque sabía que usted lo necesitaba (1 Co 12.18). Usted es importante para su iglesia local.
La iglesia es más que una comunidad. Es un cuerpo interdependiente con miembros que fueron creados por Dios para funcionar en comunión unos con otros. Nosotros, los cristianos, al igual que el mundo en general, somos un grupo diverso, y eso significa que tenemos que esforzarnos en pro de la unidad. Pero nuestras diferencias son realmente algo para celebrar, porque cada persona contribuye de manera especial al propósito de Dios. Una iglesia que funcione realmente como una unidad —con todos sus dones, talentos, personalidades e intelectos enfocados hacia los objetivos del reino de Dios— debe ser una imagen hermosa a los ojos del Señor.
El cristianismo no es una religión de espectadores. El cuerpo de Cristo funciona mejor y más hermosamente cuando todos los miembros deciden servir a Dios y servirse unos a los otros en la medida de sus capacidades (v. 25). ¿Qué está usted haciendo en pro de su iglesia?
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Oración:
Señor, que nunca me sienta innecesario o insignificante en la tarea de servirte, sino que utilice siempre mis dones para contribuir al gran propósito que guardas para Tu Cuerpo.