Palabra:
La ley del SEÑOR es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del SEÑOR es seguro, que hace sabio al sencillo. (Salmos 19:7)
[adinserter name=”Block 2″]
Si Cristo no hubiera llevado nuestra carga, todos estaríamos perdidos y en camino a la separación eterna de Dios. El Señor llevó nuestros pecados en la cruz para que vivamos haciendo el bien (1 P 2.24). Él dice a los cansados y oprimidos: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mt 11.28). Gracias a que nuestra salvación es resultado de que Cristo haya llevado nuestro pecado, Él es nuestro modelo perfecto.
Dios nos predestinó para ser conformados a la imagen de Cristo (Ro 8.29). Por eso sufrir al lado de quienes atraviesan pruebas está en nuestro ADN espiritual; es parte de ser un hijo de Dios. El sello distintivo de un cristiano es el amor, y esto deber ser evidente en nuestra manera de tratar a los demás.
Pero llevar las cargas de otras personas es difícil, en particular cuando tenemos nuestras propias luchas y preocupaciones. Sin embargo, El apóstol Pablo, que enfrentó muchos obstáculos, continuó sirviendo a otros. Él dijo: “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (Fil 4.19). Eso significa que podemos solidarizarnos con otra persona en medio de las cargas, aun cuando tengamos la nuestra. La gracia de Dios es más que suficiente para ambos.
Dios nunca está demasiado ocupado para hacerse cargo de nuestras preocupaciones. Hay personas, hoy en día, que sufren en todo el mundo. El Señor sabe de qué manera usted puede servir a alguien que necesite afecto. Pídale que le use como un bálsamo sanador para traer libertad a otra persona.
[adinserter name=”Block 3″]
Oración:
Señor, enséname a no solo afirmar que dejo mis cargas en Ti, sino a realizarlo completamente. Enséñame a confiar profundamente y de corazón, no en mi prudencia, sino en la tuya y en los planes de bien que guardas para mí. Amén.