Palabra:
“No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor” (Romanos 12:19)
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Las noticias de un mundo convulsionado como el de hoy, son en su mayoría fuentes de mucha indignación. Un padre que abusa de sus hijas, un conductor que frustrado y colérico estrella su vehículo contra dos transeúntes, gobiernos que promueven guerras y se ponen de espalda a su propio pueblo, mientras este sufre en la oscuridad de los padecimientos y las necesidades.
Además de indignación, producen ira, rencor y pueden llenar el corazón de un deseo equivocado de tomar revancha por mano propia. En suma, roban por un momento esa paz que Dios nos brinda y que nos llena de tranquilidad y serenidad.
Ante esa situación, la promesa de hoy, puede en esos momentos, refrescar como la brisa en el ardiente sol, esa ira y frustración que hace flamear nuestro corazón.
El Señor nos brinda la certeza de que su justicia, tendrá la última palabra. La ira de su mano firme, rescatará la bondad en el corazón del hombre y lo disciplinará, para que este sea consciente del daño que ha infligido. Al final Dios no dejara caído al justo y como lo dicta en su palabra el dirá “yo pagaré” a aquellos que han sufrido.
Ante la frustración, la impotencia, el deseo de venganza ante la acción destructiva del hombre, retomemos la paz de nuestro espíritu sabiendo que el Señor nos promete que su disciplina hará reinar nuevamente la justicia.
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Oración:
Señor, si la frustración y el rencor de una injusticia invaden mi corazón y roban la paz que me brindas, ayúdame a recordar que sólo Tu poder disciplinará al hombre y salvará del sufrimiento a aquellos que han visto su espíritu mancillado. Amén