12 de Noviembre: De Abundante Fruto

Palabra:

“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé” (Juan 15:16)

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Hemos sido plantados por Dios para glorificarlo. Plantados por el Señor. En general nunca he tenido la suerte para cultivar plantas en mi hogar; he arruinado cada semilla que he intentado sembrar. No obstante, mi amigo Jorge si ha visto crecer con éxito su plantación; en el patio de su casa se alcanzan a ver, manzanas, peras, cerezas y frambuesas en abundancia, a partir claro, de su trabajo arduo y dedicación.

De la misma forma en que el cultivo de Jorge, nuestra vida en fe hacia Cristo sigue el proceso de desarrollo de cada planta en él. Conforme florecemos, crecemos y damos frutos, somos llamados a glorificar a Dios. Pero: ¿Cómo lo hacemos? Isaías nos da la respuesta diciéndonos que somos reformados, restaurados y renovados.

Así como el cultivo de Jorge requiere del ambiente correcto, en el tiempo correcto, nosotros como cristianos también. Podemos cultivar ese ambiente a través del estudio de la palabra, el acercamiento al Señor mediante la oración, ayudando en nuestra iglesia y en comunión fraternal con cada uno de nuestros hermanos. Podemos reconstruir ese patrón de restauración y renovación del que nos habla Isaías, con pasos pequeños, que luego se harán más grandes y sólidos.

Somos llamados a glorificar a Dios y a mostrar a otros mediante nuestro obrar, esa gloria. En cualquier lugar y momento, en el trabajo, en la escuela, en la familia, debemos ser capaces de rendir los maravillosos frutos a los que nos llama el Señor: Amor, compasión y reconciliación.

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Oración:

Señor, ayúdame en tu gloria a cultivar los frutos que en mí has plantado. Permíteme ser un jardín abundante para ti. Gracias por hacerme objeto para reconstruir, restaurar y renovar toda la creación a mi alrededor. Amén.