Palabra:
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; Mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15)
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Muchas personas ven sus vidas detenidas, porque no han aprendido a perdonar. Son absorbidos por la ira y el resentimiento y eso causa una sensación perenne de inconformidad, de malestar y de necesidad de alivio. Todo por el peso implacable que lleva la negación del perdón.
Es común la negación del perdón por creer que en alguna medida estamos consintiendo el daño que la persona en cuestión nos hizo. Pero realmente Dios es el único que puede determinar el destino de una persona que ha provocado el mal. Y en cualquier caso, el hecho de que creas que el Señor no ha reprendido esos comportamientos a su tiempo, no significa que haya ignorado las consecuencias de tales actos.
Perdonar, es un acto que involucra por parte de nosotros un alto grado de valor y coraje porque implica retos con los que el Señor quiere que lidiemos y superemos día a día. El perdón implica: resistirse y eliminar el sentimiento de revancha, no pagar mal con mal, desear el bien al que nos afectó, orar por su bienestar y buscar la reconciliación. Aprender a perdonar podría ser una opción, pero la palabra del Señor es clara en cuanto el perdón como camino para recibir la Gloria de Dios en Cristo: “ Y cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. ” (Marcos 11:25). “No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados. ” (Lucas 6:37). Por eso perdonar, es asumir la protección que Dios nos da para que entre Él y nosotros no haya nada en medio, ni ira ni resentimiento, que son señales de un corazón herido.
Saquemos de nuestro corazón el resentimiento. Demos lugar a la reconciliación, quitando a la ira, el espacio que puede estar ocupando en nosotros. No pases por alto, que solo recibirás la gracia del Señor en tu vida, si estás preparado para aceptar el arrepentimiento y el perdón de los que te rodean.
Inténtalo hoy, libérate de esa carga y empieza a perdonar.
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Oración:
Señor, ayúdame a sacar de mi corazón el resentimiento que limita mi capacidad de perdonar; solo así el rencor que era mi carga, será convertido en el regocijo de saber que ha vuelto a mi, tu paz restauradora. Amén.