Palabra:
“La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27)
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Una de las grandes bendiciones que Dios nos otorga cuando aprendemos a caminar junto a Él, a escucharlo, a seguir su voluntad, es ser nosotros receptores de su maravillosa paz. La sensación de saberse protegidos y recibir el confort del Señor ante las mas apremiantes situaciones. Saberse a disposición de su voluntad y reconocer que la ruta que el disponga será aquella que rendirá fruto para nuestras vidas. Tales certezas no tienen comparación.
La paz de Dios no es la paz del mundo, que se marcha en un momento de angustia y retorna en un momento de alegría. La paz del Señor, es paz constante, que ante cualquier circunstancia, nos da el regocijo de saber que junto a su guía, el bien siempre será parte de nosotros. ¡Llenémonos hoy de esa paz!
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Oración:
Señor, recibo hoy Tu promesa de paz constante, paz de confort, paz de certeza que ante cualquier situación me acompañas y me guías por los caminos del bien. Amén.