Palabra:
“Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27)
Cuando aceptas a Dios en tu vida, ya no puedes vivir una vida separada de Él. Su promesa es de darnos un nuevo corazón y nuevo espíritu, que sera forjado ahora por la compañía de su presencia y la guía de su palabra, expresada en las escrituras.
Sin embargo, ese proceso de restauración que el Señor nos promete, no es un proceso automático. Es un camino de ciclos, maduración en carácter, crecimiento en fe, que será alcanzado andando en “sus estatutos y preceptos” y poniéndolos en obra.
Trabajar para Dios es un camino arduo pero de maravillosas retribuciones. Él no espera menos que nuestra fe en su poder y nuestra obediencia fiel a su palabra para ser dignos, no sólo de la promesa de un corazón y espíritu nuevos sino de su palabra de acompañarnos para siempre.
Oración:
Señor, fortaléceme cada día para ser digno del nuevo corazón y espíritu que guardan Tus promesas. Guíame a ser labrador de Tú palabra mostrando con mis acciones que Te sirvo con fidelidad y gratitud. Amén.