Palabra:
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, Nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmos 46:1)
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En esta vida, los tiempos de dificultad son inevitables. Algunos sufren la pérdida de seres queridos. Otros enfermedades; muchos son, por otro lado acusados injustamente. En fin, la lista de dificultades es inmensa, pero solamente podemos hallar consuelo en un lugar.
El pasaje de hoy nos habla de grandes calamidades; algunas de ellas ocasionadas por la naturaleza, y otras por la obra del ser humano (vv. 2, 6). Nos sentimos desconcertados en medio de estas pruebas, pero el versículo 10 nos dice a quién tenemos que acudir: “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios”. En nuestro mundo moderno lleno de tecnología y responsabilidades, nos resulta difícil hacer una pausa para orar. Sin embargo, la clave para vencer las dificultades radica en confiar en Aquel que está en control de todo.
En vez de tratar de resolver el problema solos, o de culpar a otros, tenemos que aprender a esperar, mientras vemos cómo Dios actúa para sacarnos de las dificultades (Is 64.4). Esto significa que debemos dedicar tiempo para estar a solas en oración con nuestro Señor, meditar en su Palabra y escuchar su voz. Nuestra naturaleza humana nos hace tratar de arreglarlo todo con nuestras propias fuerzas, pero el Señor nos exhorta a ser pacientes y a esperar en Él.
¿Cómo responde cuando la dificultad llega a su vida? Puede ver estos problemas como una oportunidad más para crecer en su fe y en la relación que tiene con el Padre celestial. Cualquiera sea la circunstancia que atraviese, debe dedicar tiempo para escuchar la voz de Dios.
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Oración:
Señor que tu mano obre en cada rincón de mi vida y que sea lo suficientemente confiado para no olvidar que junto a ti, derrotaré a mis enemigos y el bien será siempre mi destino. Amén.