Palabra:
No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. (Juan 14:1-2)
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La Biblia es un tesoro por muchas razones, y una de ellas es que es muy práctica. Sus relatos y preceptos son tan aplicables hoy como lo eran en el tiempo de Jesús. Todos hemos experimentado momentos en los que nuestros problemas parecen no tener solución, y no sabemos qué hacer. Cuando eso sucede, necesitamos recordar que las situaciones imposibles son oportunidades para que el Señor nos enseñe lecciones valiosas que nunca aprenderíamos de otra manera.
La supremacía de Dios es superior a los recursos humanos. Cuando Jesús preguntó. “¿De dónde compraremos pan para que coman éstos?” (v. 5), Felipe reconoció de inmediato su propia insuficiencia. Aunque Cristo supo todo el tiempo lo que iba a hacer, estaba enseñando a sus discípulos que el plan perfecto y el poder para implementarlo provienen solo de Dios, no de las soluciones y los recursos humanos.
El Señor exige a menudo nuestra participación. Aunque Cristo pudo haber creado comida con su sola palabra, optó por utilizar personas para lograr su propósito. Andrés se puso a buscar comida, un muchacho le dio su pequeño almuerzo, y los discípulos organizaron a la multitud y distribuyeron la comida que Jesús les pasó. Cada paso requería confianza y obediencia, especialmente porque el método de Cristo parecía tan ilógico.
Dios sabe cómo resolver nuestros problemas, pero Él puede optar por exigir su cooperación, pidiéndole incluso que haga algo que no parezca razonable. Cada vez que damos un paso de obediencia, el Señor hace cosas grandes en nosotros y por medio de nosotros.
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Oración:
Senor, rompe todas esas cosas que debilitan mi confianza. Dame la fuerza para no vacilar ni temer sabiendo que te encuentras siempre conmigo. Amén